La Biblia, en el libro de 1 Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 3, nos dice: “Porque cuando digan: ‘Paz y seguridad’, entonces repentinamente llegará sobre ellos la destrucción, como los dolores de parto a la mujer embarazada, y no escaparán”. Este versículo forma parte de una sección en la que el apóstol Pablo instruye a los tesalonicenses sobre la segunda venida de Jesucristo y el día del Señor, enfatizando la importancia de la vigilancia y la preparación espiritual.
En este contexto, Pablo advierte a los creyentes sobre la ilusión de seguridad y paz que puede preceder a un tiempo de gran tribulación y juicio. La imagen de los dolores de parto sugiere un evento repentino e inesperado, del cual no habrá escape. Esta metáfora se utiliza para describir la gravedad y la certeza del juicio que vendrá sobre aquellos que no están preparados.
La enseñanza de Pablo en este pasaje tiene implicaciones profundas para la vida cristiana. Enfatiza la necesidad de vivir en expectativa de la venida del Señor, manteniendo una vida de santidad, servicio y amor. También subraya la importancia de no confiar en la seguridad mundana o en la apariencia de paz, sino en la certeza de la promesa de Dios y en la obra consumada de Jesucristo.
Al mismo tiempo, Pablo ofrece palabras de consuelo y esperanza a los creyentes, recordándoles que no están destinados a la ira, sino a la salvación a través de Jesucristo. En el versículo 9, dice: “Porque Dios no nos ha destinado para la ira, sino para la adquisición de la salvación mediante nuestro Señor Jesucristo”. Esta salvación no solo se refiere a la salvación del juicio eterno, sino también a la victoria diaria sobre el pecado y la adversidad a través de la fe en Cristo.
Así, el llamado a la vigilancia y a la preparación espiritual no es un mensaje de miedo, sino de amor y esperanza. Es un recordatorio de que, como hijos de luz, debemos vivir de manera que honremos a Dios y seamos testigos de Su amor y salvación en un mundo que necesita la verdad y la redención. En medio de las incertidumbres y desafíos de este mundo, la Palabra de Dios nos ofrece una roca segura sobre la que podemos edificar nuestras vidas, confiando en Su fidelidad y providencia en todo momento.
